Papa Francisco, contagiado con el calor de la gente de Cartagena
No solo es el clima, los cartageneros le transmitieron alegría al Pontífice y de qué manera.
Desde que se bajó del avión de Avianca que lo traía a Cartagena, al Papa Francisco se le notaba la alegría de llegar a La Heroica y poder disfrutar de una de las ciudades que esperaba visitar por su significación como jesuita.
El abrazo con el arzobispo Jorge Enrique Jiménez Carvajal, el saludo al Gobernador Dumek Turbay y su familia, una niña que lo abrazó efusiva; el decreto del Alcalde encargado, el saludo del general Gonzalo Londoño y las demás autoridades militares, fueron el comienzo de un día que prometía ser diferente.
La efusividad con la que fue recibido, la espontaneidad de quienes salieron a su encuentro y las alegres notas musicales que sonaron a su llegada terminaron de conquistar al Pontífice, por eso ha aceptado y esta visita ha sido diferente. Se nota un Francisco más relajado, confiado en la gente, igual de amable que de costumbre, pero como más en su casa.
A su paso por el barrio Esperanza, el Papa encontró que la gente estaba sin afanes, al pie de las casas, diciéndole adiós. Niños, adultos y ancianos agitaban sus brazos, al paso de la caravana papal.
"Ojalá Cartagena siempre esté así de festiva", dijo uno de los feligreses, porque esta fiesta es diferente a las demás.
Las casas abiertas de par en par desde las 6 de la mañana no estaban así en el barrio Esperanza porque hubiera calor, no. El paso de Francisco por una de sus calles fue la fiesta más bulliciosa que pudieron sentir sus residentes y el resplandor que dejó en sus corazones el Papa retumba como un picó.
El Papa salió de esta experiencia con un golpe en su cara, que no aminoró su deseo de seguir bendiciendo a la gente, de seguir saludando y de seguir con su misión.
La animosidad que todos los cartageneros ponen a la visita del Santo Padre se trasladó después al barrio San Francisco, donde bendijo obras sociales de la Arquidiócesis. El cariño de la gente es fundamental en esta visita.
Un fila de policías motorizados a lado y lado del Pontífice hacía que prácticamente una vez pasó por Bazurto, se le viera fugaz. Los gritos, los saludos de "Viva el Papa", "Francisco, Francisco", "Te queremos", "Papa", era lo más sonado.
El Papa pudo ver a los cartageneros reales, aquellos que no están en los sectores turísticos sino en sus humildes vivienda, también a aquellos que con esfuerzo se han ganado todo y los que tambiébn lo perdieron todo.
El pueblo cartagenero, que no salió en sus carros, pudo salir a la avenida Pedro de Heredia, repleta de personas, que con camisetas alusivas y banderas blancas lanzó vivas a su paso. Con celulares en mano, tomando una instántanea que recuerde en un futuro que se vivió este momento.
Los cartageneros tuvieron segundos y hasta un minuto para apreciar al Papa, pero la espera de horas valió la pena por vivir este episodio que podría repetirse con otro pontífice en otros 30 años.
Fue así como el Papa llegó a San Pedro Claver a cumplir también con un hecho histórico para Cartagena, con el rezo del Ángelus.